El Renacimiento dejó la Alcarria llena de encantos, que podréis revivir en sus Villas, sus edificios, sus tradiciones. La Alcarria presenta una naturaleza encantada entre los ríos Tajo y Tajuña, que podréis navegar a remo o recorrer por sus sendas.

Su naturaleza extraordinariamente bella y totalmente desconocida, a solo una hora de Madrid, está compuesta por:
Una meseta o paramo, alta y fría, de suaves colinas en las que se combinan el cultivo de cereales y los bosquecillos de robles, encinas y chaparras, cruzadas por carreteras anchas con arcén casi sin transito ideales para el ciclismo de carretera y/o de montaña. Los fines de semana se ven circulando abundantes grupos de moteros.
Cuestas o laderas margosas, con antiguos olivares, o cada vez más pobladas de bosques de encinas, carrascas y abundante flora y plantas aromáticas que favorece la apicultura y abundantes pinares cada vez más frondosos con abundancia de corzos, jabalíes, conejos… Son ideales para el senderismo, recorrerlos en bici o montar en burro o a caballo.
Un Valles profundos, que descargan en el rio Tajuña y otros tributarios del Tajo, con sus respectivos arroyos y vegas, rodeados de laderas montañosas con bosques de pinos, encinas u olivares; con un cauce central poblado de chopos y álamos. Son frecuentes pequeños pueblos con iglesias encantadoras, castillos y otros edificios relevantes, molinos ancestrales de harina o aceite, huertas… Es ideal para un turismo vivencial donde se pueden hacer deportes acuáticos, caminatas, ciclismo, montar a caballo…